ARTÍCULO

¿El vapeo podría ser tan peligroso como fumar?

Más de un centenar de prestigiosas instituciones dicen que vapear es mejor que fumar en cualquier circunstancia, mientras numerosos ejemplos de mala ciencia generan la percepción de que cambiar a productos de riesgo reducido puede no ser una buena idea. ¿A quién deberíamos creerle? 

Aquí tenemos dos ejemplos recientes. Con base en un estudio en ratones publicado el pasado 25 de enero en el periódico de la Federación de Sociedades Americanas de Biología Experimental, un equipo de investigadores de la Universidad McGill, Canadá, bajo el liderazgo de Carolyn J. Baglole, afirma que el “uso continuado del vapeo puede provocar cambios celulares y moleculares en los pulmones”. 

De acuerdo con los autores, la inhalación prolongada de aerosoles de cigarrillos electrónicos por ratones durante más de 4 semanas, para simular un uso más crónico, provocó cambios en la composición de las células inmunitarias pulmonares de los animales y alteró significativamente los niveles de genes y proteínas en los pulmones. 

En ese estudio, los autores se centraron en los cigarrillos electrónicos de la marca JUUL. De acuerdo con la Dra. Baglole, los ratones, de entre 8 y 12 semanas de edad, fueron expuestos diariamente durante un mes al aire ambiente de productos de esa marca disponibles en el mercado. Contenían 59 miligramos por mililitro de nicotina. “Tras el periodo de exposición, se evaluaron los marcadores inflamatorios y se realizaron análisis proteómicos (estudio de proteínas) y transcriptómicos (estudio de las moléculas de ARN en una célula) en muestras aisladas del lavado de los pulmones. Los ratones expuestos a los aerosoles del cigarrillo electrónico presentaron un aumento significativo de las poblaciones de neutrófilos y linfocitos en el lavado pulmonar y algunos cambios en la expresión de ARNm de citoquinas”.

De acuerdo con la autora, el estudio se suma a la “creciente evidencia relacionada con los resultados inflamatorios causados ​​por la exposición a los cigarrillos electrónicos” y también incorpora una “investigación molecular imparcial mediante el uso de análisis proteómico (estudio de la estructura y la función de las proteínas, incluso de la manera en que trabajan e interactúan en el interior de las células) y transcriptómico (estudio de todas las moléculas de ARN en una célula. El ARN se copia de piezas de ADN y contiene información para elaborar proteínas y realizar otras funciones importantes en las células. La transcriptómica se usa para aprender más acerca de la manera en que los genes se transforman en diferentes tipos de células y cómo esto puede ayudar a la presentación de ciertas enfermedades como el cáncer)”. Los resultados demuestran que el uso del vapeo prolongado en el tiempo provoca “cambios en la composición de las células inmunitarias pulmonares y altera los niveles de genes y proteínas en los pulmones”.

Aunque resalte la diferencia entre la fisiología humana y la de los ratones y haga referencia a los efectos nocivos del vapeo en las personas que jamás han fumado, la conclusión del estudio parece estar en la línea de que el aerosol del cigarrillo electrónico, compuesto mayoritariamente por PV y VG, “no es inerte”, causa «efectos significativos» y existe, por lo tanto, la necesidad de más estudios sobre los efectos del uso de cigarrillos electrónicos. 

Pero sea para ratones o seres humanos, el vapeo jamás será tan peligroso como fumar. Y ese es el punto en el cual el comunicado de prensa de este estudio comete sus pecados: no hace referencia a los riesgos relativos, concluye de manera evasiva que un producto de consumo, como cualquiera, no es inerte. Además, pasar por alto que, ya que los cigarrillos electrónicos son un dispositivo de reducción de daños, están destinados a que los fumadores puedan seguir consumiendo nicotina de un modo menos riesgoso para la salud. Tampoco se explica en el estudio si los llamados efectos significativos son clínicamente relevantes. 

Otro estudio problemático

“Aquellos que fumaban cigarrillos electrónicos mostraban una mayor inflamación pulmonar que los fumadores de cigarrillos y los que nunca habían fumado o vapeado”.

Otro estudio, publicado en la Revista de Medicina Nuclear, ha buscado mostrar que fumar o vapear afectan la salud pulmonar. Esa investigación dividió a los participantes en tres grupos diferentes por edad y sexo para comparar a los usuarios de cigarrillos electrónicos, los fumadores de cigarrillos y las personas que jamás habían fumado o vapeado.

De acuerdo con Jacob Dubroff, uno de los autores del estudio y miembro del cuerpo docente del Departamento de Radiología de la Escuela de Medicina Perelman, de la Universidad de Pennsylvania, después de comparar las imágenes PET de los pulmones de cada participante, los investigadores encontraron que aquellos que fumaban cigarrillos electrónicos mostraban una mayor inflamación pulmonar que los fumadores de cigarrillos y los que nunca habían fumado o vapeado. 

“Este es el primer estudio de imágenes PET que compara la inflamación pulmonar entre los consumidores de cigarrillos electrónicos y de cigarrillos in vivo. Encontramos evidencia preliminar de que los usuarios de cigarrillos electrónicos ​​tenían una mayor inflamación pulmonar que los fumadores de cigarrillos y que los del grupo de control que nunca fumaron o vapearon, con una asociación positiva entre las medidas de inflamación pulmonar y periférica”.

Jacob Dubroff, en el comunicado a la prensa, habló sobre la creciente necesidad de imágenes moleculares para comprender los efectos de los cigarrillos electrónicos y comentó: «Estos hallazgos sugieren que las imágenes moleculares pueden estar preparadas de manera única para detectar y medir los posibles daños fisiopatológicos asociados con los cigarrillos electrónicos, que se han promocionado como un vehículo más seguro para la nicotina en comparación con los cigarrillos combustibles tradicionales».

El artículo deja, entre muchas otras dudas, la pregunta sobre en qué consiste en realidad “una asociación positiva entre las medidas de inflamación pulmonar y periférica”, ¿en qué medida eso sería un indicador del riesgo? Los científicos parecen no preocuparse mucho por la correcta divulgación de sus estudios. Sin embargo, una transmisión adecuada de la información de los estudios, no solamente en el ámbito de sus procesos y procedimientos de investigación, debe tener en cuenta las implicaciones sociales y culturales de los malentendidos que puedan generar. 

El daño de la mala información

La prensa acaba por recibir comunicados y, sin tomarse el tiempo para contrastar informaciones, se convierte en multiplicadora de percepciones erróneas sobre los riesgos de los cigarrillos electrónicos que suelen generar consecuencias reales en el ámbito de la salud pública. La entrega de una mala información, una exageración o malinterpretación de un estudio puede hacer con que muchos fumadores se queden en el tabaquismo, creyendo erróneamente que puede no tener sentido cambiarse de fumar a vapear, ya que ambos son igualmente peligrosos. No cabe duda: una divulgación científica que no se preocupa por la comprensión del publico y sus consecuencias sociales acaba por tener graves consecuencias sobre la salud pública e individual de los fumadores. 

La incoherencia y la cantidad de información contradictoria que proviene de los circulos científicos es abrumadora. En las conclusiones de las más de 600 páginas del Informe del estudio de consenso publicado por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos, bien conocido por todos los autores de aquellos estudios, se confirman los hallazgos de instituciones británicas como el Real Colegio de Médicos de que los fumadores que se pasen al vapeo reducirán su exposición a tóxicos y carcinógenos letales: «Hay pruebas concluyentes de que la sustitución completa de los cigarrillos de tabaco combustible por cigarrillos electrónicos reduce la exposición de los usuarios a numerosos tóxicos y carcinógenos presentes en los cigarrillos de tabaco combustible». 

Los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos dicen que «los cigarrillos electrónicos exponen a los usuarios a menos sustancias químicas dañinas que los cigarrillos quemados» y complementan: “Los cigarrillos electrónicos tienen el potencial de beneficiar a las fumadoras adultas que no están embarazadas si se usan como un sustituto completo de los cigarrillos regulares y otros productos de tabaco para fumar”. En concordancia con otras tantas instituciones, el Departamento de Salud del Reino Unido repite hace algunos años que “vapear representa una pequeña fracción de los riesgos de fumar. (…) Hay una exposición significativamente menor a sustancias nocivas (…) como lo muestran los biomarcadores asociados con el riesgo de cáncer y afecciones respiratorias y cardiovasculares”. 

Incluso la muy conservadora Asociación Estadounidense del Corazón ha llegado a comparar los biomarcadores de los vapeadores como similares o indistinguibles de los de las personas que nunca han fumado. “Los participantes que vapearon exclusivamente mostraron un perfil de estrés inflamatorio y oxidativo similar al de las personas que no fumaban cigarrillos ni usaban cigarrillos electrónicos [y los que vapeaban nicotina tenían] niveles significativamente más bajos de casi todos los biomarcadores de estrés oxidativo e inflamatorio”.

¿En quiénes debe creer el público?


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